sábado, 1 de diciembre de 2012

Los aviones roqueros


30-11-12

Tarde fresca y nublado cielo. El aire vá, recortando pequeñas ondas y empujando las aguas que abastecen a la charca de la Albuera. Alza uno la vista con dificultad. Y a gran altura, casi imperceptibles. Pasean las bandadas de aviones roqueros. Con su traje oscuro, como de Otoño. Los zampullines tímidos y graciosos,
se ocultan de repente bajo el agua. No se dejan ver. Un gracioso mosquitero se ha posado en una valla y su colita parpadea nerviosamente. Es tan pequeño y rechoncho este pajarillo y tan inquieto. Que le es imposible pasar desapercibido. Huyen tres garcetas al verme. Y una tarabilla está posada sobre una chumbera. Se escucha a Martín el pescador. Pero sé que no se dejará ver. Mientras, las bandadas se suceden en la tarde. Que si los petirrojos por aquí, más solitarios los verderones, los gorriones, prefieren descansar sobre una higuera y los trigueros, que hace tiempo no se dejan ver, ahora aparecen sobre los curtidos y verdes campos de la orilla, de arbusto en arbusto, van posándose. Y al fondo de un bosquete, al
pié de esbeltos álamos, que lo presencian, se escucha una riña de mirlos. Se hace de noche enseguida. Tal
es así que la oscuridad me sorprende, justo momentos después, de recorrer la orilla. Y marcho una vez más, con sensaciones de naturaleza yenando mis sentidos, y las manos en los bolsillos, vacíos!.

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